La profesión docente es una de las más sensibles a los cambios sociales, políticos, culturales, tecnológicos de la sociedad

El peor enemigo de los buenos profesores son sus propios compañeros. Ellos son los que les ponen trabas y zancadillas para formar grupos de trabajo, poner en marcha mejoras e innovaciones, coordinar las actuaciones en cada curso y en el centro en su conjunto.
Son ellos los que cuestionan y critican de manera encubierta o incluso abiertamente las iniciativas que quieren emprender. Esta situación se puede ver perfectamente ilustrada en el artículo “Sé profesor y sé sumiso” donde el autor y varios profesores que lo comentan, se burlan de manera cínica de estas iniciativas, a las que otros llaman “milongas educativas”.
Otros no tienen ningún escrúpulo en llamarlos directamente tontos útiles, charlatanes, colaboracionistas, incluso asociarlos con el fascismo (leer), aunque ello resulte esperpéntico.
"La verdadera prosperidad comienza cuando uno se siente bien consigo mismo. Es la libertad de hacer lo que uno quiere y cuando se requiere. No es nunca una suma de dinero: es un estado de ánimo”
La oposición que ejercen este tipo de profesores propicia que cuando las iniciativas para mejorar la actividad docente y/o el aprendizaje de los estudiantes, finalmente logran llevarse a cabo, sean experiencias en general de carácter individual o aisladas.
¿QUÉ PASA CUANDO UN DOCENTE PIERDE EL INTERÉS POR ENSEÑAR?
El docente es un modelo que proyecta en sus alumnos no solo sus conocimientos sino también su propia forma de ser, su filosofía y valores, su propio estado de ánimo y estilo de vida, el profesor estresado tendrá dificultades para transmitir eficazmente sus enseñanzas. Su salud laboral y psicológica afectará directamente la calidad de sus enseñanzas.